Los diez mandamientos
Creemos que el Decálogo, tal como fue promulgada en el Sinaí, es la regla determinante en la conducta de la humanidad, y en forma particular de la iglesia de Dios.
El pueblo de Israel fue bendecido por Dios al ser depositario de la forma resumida de la moral de Dios, es decir los Diez Mandamientos o Decálogo Ex 20.1-17. Pero esta ley, no es exclusiva del pueblo de Israel, ya que todos los humanos queramos o no, nos conducimos por ella Ro 2.12 y esta ley no cambia en ninguno de sus preceptos, todos y cada uno se siguen observando por los seguidores de Jesucristo Mt 19.16.21, incluso al final de los tiempos los redimidos por Dios son aquellos que siguen al pie de de la letra los mandamientos de Dios Ap 12.12; 14.2, quienes no quitaron, sustituyeron o aumentaron mandamientos al decálogo.
Creemos que la ley existió desde la creación.
No estaba compilada, ni expresada en diez normas, pero si existía en el corazón del hombre; sí la ley no hubiese existido antes del Sinaí, de otra forma nadie seria culpable o recompensado por su conducta, desde la creación hasta el éxodo de los judíos Ro 5.12-14; y tenemos arios ejemplos de cómo Dios castigo la maldad de los hombres antes de Moisés Gn 6.4, 19.24-25. Por lo cual esta Ley tiene vigencia antes de ser expresada por Dios, y a la fecha sigue en vigencia.
Creemos que el Decálogo resume la moral que Dios quiere que sigamos y el desacato a alguno de estos principios es rebelión a Dios mismo.
Es lógico que si no seguimos las normas de Dios es no estar de acuerdo con Él, es estar en oposición franca Jr 6.19, ya sea de pensamiento, de acción o incluso de omisión St 4.17. Pero el cumplir es producto del amor que deposito Dios en nosotros Jn 14.15, hay reciprocidad porque Él nos ha amando y como producto de su amor observamos la moral que Él determina, condensada en sus mandamientos 1Jn 5.13, si amamos somos como el que nos ama, Dios mismo.
Creemos que los hijos de Dios no son idolatras, no fabrican imágenes para culto, no las venera; creemos que el nombre de Dios se usa sólo cuando las circunstancias lo ameritan y exclusivamente para su glorificación; creemos que el séptimo día de cada semana se consagra a Dios y este es conocido en las escrituras como Shabat o Sábado.
Los dos primeros mandamientos expresados en Ex 20, tienen que ver con nuestro reconocimiento de que la divinidad es única en recibir nuestra adoración y alabanza y que fuera de la divinidad cualquier acto de esa naturaleza es idolatría 1Co 10.7; 14-22, y esto es la muestra del amor que le tenemos a Dios Mt 22.34-37, Dt 6.4-5; 4.15-27, 2Re 17.9-13.
El tercer mandamiento tiene que ver con el respeto al “nombre” de Dios, si bien es cierto que no conocemos a ciencia cierta el nombre de Dios; el no tomar el nombre de Dios en vano tiene que ver, en no devaluar la posición que tiene Dios con respecto a nosotros y nuestra convivencia con la gente, Ex 20.7, Lv 19.12, Nu 30.2; Mt 5.33-36, jamás Dios respaldará las mentiras, ni el espíritu mediocre o de duda de un ser humano. Dios es omnipotente, razón por la cual le damos todo el respeto, honra y veneración, y no tomamos a la ligera de ninguna forma todo lo que es Él.
El cuarto mandamiento es la acción a favor de lo que Dios nos ha dado Ex 20.8-11. Un mandamiento en donde se nos pide no hacer nuestra voluntad en un día especifico, el Sábado, sino ese día dedicarlo a Dios completamente Sal 92; Is 56, Mc 2.28.
Estos mandamientos confirman el reconocimiento que tenemos de Dios y su Hijo Jesucristo, confirmamos el amor que nosotros le damos.
Creemos que los hijos de Dios honran a su padre y a su madre; no comente homicidio, adulterio, hurto, falso testimonio ni codician.
A partir del quinto mandamiento se habla de nuestra relación con la humanidad Ex 20.12-17; Mt 22.38-40, 19.16-19. Así el quinto mandamiento nos indica que los primeros seres que nos merecen honra, estima, respeto, amor son nuestro padres, no importa quienes o como sean, los hijos de Dios honran a sus padres Co 3.20, Ef 6.1-2, honrando a los padres, nuestros hijos aprenden esa forma grata de servir y las bendiciones de Dios están con nosotros, así nuestra relación con el resto de la gente mejora; en nuestro corazón no hay odio por lo cual no hay razón para matar a nadie, Mt 5.21-22; al estar en paz con el prójimo tampoco se le codician sus bienes, así como a otra mujer u hombre quines no son nuestros, se les respeta como seres humanos, por lo cual tampoco se les levanta falsos, Mt 5.28, He 13.4, Ro 7.7, 13.9, St 4.1-4, 2.8-11. El buen convivir con la sociedad (prójimo) es parte de nuestra norma de conducta; Ro 12.20 nos dice que en cuanto depende de nosotros hay que tener paz con todos. En esa practica de la paz, está implícito este apartado de la ley de Dios.
En estos diez mandamientos basamos nuestra norma de conducta, pero también hay otros aspectos en los cuales se conduce quien a sido justificado por Dios.
Creemos que el Decálogo, tal como fue promulgada en el Sinaí, es la regla determinante en la conducta de la humanidad, y en forma particular de la iglesia de Dios.
El pueblo de Israel fue bendecido por Dios al ser depositario de la forma resumida de la moral de Dios, es decir los Diez Mandamientos o Decálogo Ex 20.1-17. Pero esta ley, no es exclusiva del pueblo de Israel, ya que todos los humanos queramos o no, nos conducimos por ella Ro 2.12 y esta ley no cambia en ninguno de sus preceptos, todos y cada uno se siguen observando por los seguidores de Jesucristo Mt 19.16.21, incluso al final de los tiempos los redimidos por Dios son aquellos que siguen al pie de de la letra los mandamientos de Dios Ap 12.12; 14.2, quienes no quitaron, sustituyeron o aumentaron mandamientos al decálogo.
Creemos que la ley existió desde la creación.
No estaba compilada, ni expresada en diez normas, pero si existía en el corazón del hombre; sí la ley no hubiese existido antes del Sinaí, de otra forma nadie seria culpable o recompensado por su conducta, desde la creación hasta el éxodo de los judíos Ro 5.12-14; y tenemos arios ejemplos de cómo Dios castigo la maldad de los hombres antes de Moisés Gn 6.4, 19.24-25. Por lo cual esta Ley tiene vigencia antes de ser expresada por Dios, y a la fecha sigue en vigencia.
Creemos que el Decálogo resume la moral que Dios quiere que sigamos y el desacato a alguno de estos principios es rebelión a Dios mismo.
Es lógico que si no seguimos las normas de Dios es no estar de acuerdo con Él, es estar en oposición franca Jr 6.19, ya sea de pensamiento, de acción o incluso de omisión St 4.17. Pero el cumplir es producto del amor que deposito Dios en nosotros Jn 14.15, hay reciprocidad porque Él nos ha amando y como producto de su amor observamos la moral que Él determina, condensada en sus mandamientos 1Jn 5.13, si amamos somos como el que nos ama, Dios mismo.
Creemos que los hijos de Dios no son idolatras, no fabrican imágenes para culto, no las venera; creemos que el nombre de Dios se usa sólo cuando las circunstancias lo ameritan y exclusivamente para su glorificación; creemos que el séptimo día de cada semana se consagra a Dios y este es conocido en las escrituras como Shabat o Sábado.
Los dos primeros mandamientos expresados en Ex 20, tienen que ver con nuestro reconocimiento de que la divinidad es única en recibir nuestra adoración y alabanza y que fuera de la divinidad cualquier acto de esa naturaleza es idolatría 1Co 10.7; 14-22, y esto es la muestra del amor que le tenemos a Dios Mt 22.34-37, Dt 6.4-5; 4.15-27, 2Re 17.9-13.
El tercer mandamiento tiene que ver con el respeto al “nombre” de Dios, si bien es cierto que no conocemos a ciencia cierta el nombre de Dios; el no tomar el nombre de Dios en vano tiene que ver, en no devaluar la posición que tiene Dios con respecto a nosotros y nuestra convivencia con la gente, Ex 20.7, Lv 19.12, Nu 30.2; Mt 5.33-36, jamás Dios respaldará las mentiras, ni el espíritu mediocre o de duda de un ser humano. Dios es omnipotente, razón por la cual le damos todo el respeto, honra y veneración, y no tomamos a la ligera de ninguna forma todo lo que es Él.
El cuarto mandamiento es la acción a favor de lo que Dios nos ha dado Ex 20.8-11. Un mandamiento en donde se nos pide no hacer nuestra voluntad en un día especifico, el Sábado, sino ese día dedicarlo a Dios completamente Sal 92; Is 56, Mc 2.28.
Estos mandamientos confirman el reconocimiento que tenemos de Dios y su Hijo Jesucristo, confirmamos el amor que nosotros le damos.
Creemos que los hijos de Dios honran a su padre y a su madre; no comente homicidio, adulterio, hurto, falso testimonio ni codician.
A partir del quinto mandamiento se habla de nuestra relación con la humanidad Ex 20.12-17; Mt 22.38-40, 19.16-19. Así el quinto mandamiento nos indica que los primeros seres que nos merecen honra, estima, respeto, amor son nuestro padres, no importa quienes o como sean, los hijos de Dios honran a sus padres Co 3.20, Ef 6.1-2, honrando a los padres, nuestros hijos aprenden esa forma grata de servir y las bendiciones de Dios están con nosotros, así nuestra relación con el resto de la gente mejora; en nuestro corazón no hay odio por lo cual no hay razón para matar a nadie, Mt 5.21-22; al estar en paz con el prójimo tampoco se le codician sus bienes, así como a otra mujer u hombre quines no son nuestros, se les respeta como seres humanos, por lo cual tampoco se les levanta falsos, Mt 5.28, He 13.4, Ro 7.7, 13.9, St 4.1-4, 2.8-11. El buen convivir con la sociedad (prójimo) es parte de nuestra norma de conducta; Ro 12.20 nos dice que en cuanto depende de nosotros hay que tener paz con todos. En esa practica de la paz, está implícito este apartado de la ley de Dios.
En estos diez mandamientos basamos nuestra norma de conducta, pero también hay otros aspectos en los cuales se conduce quien a sido justificado por Dios.
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